miércoles, 15 de septiembre de 2010

Memorias de Idhún

Supongo que todas las personas que escriben algo lo hacen por algún motivo. El motivo que me llevó a escribir y a leer fue el descubrimiento del que, seis años después, sigue siendo mi libro favorito.
Este libro trata sobre magia, encontrarse a uno mismo, amor, batallas difíciles de superar... Lo tiene todo. Y la verdad es que no sé como explicar el hecho de que haya cambiado mi vida por eso os dejo un pedazo de él, solo espero que sepais valorarlo.


     -Todos los chicos que te quieren te hacen regalos -comentó, sonriendo-. Yo aún no te he regalado nada... como símbolo de mi cariño -añadió, un poco cortado.
Victoria lo miró y sonrió.
- Hay algo que puedes darme y que me hará muy feliz -dijo en voz baja.
- ¿El qué?
Ella se sonrojó un poco, pero no bajó la mirada cuando le pidió:
- Regálame un beso.
Jack creyó que el corazón se le iba a salir del pecho. Por un instante sintió pánico, porque nunca había besado a ninguna chica, y tuvo miedo de hacerlo mal. Pero Victoria seguía mirándolo, y Jack había soñado demasiadas veces con aquel momento como para dejarlo escapar ahora.
Tragó saliva, cogió suavemente el rostro de Victoria con las manos y le hizo alzar la cabeza. Seguía perdido en su mirada, y le sorprendió descubrir que los ojos de ella rebosaban un amor tan intenso como el que él sentía en aquellos momentos. Que a ella también le costaba respirar, que se había ruborizado, que su corazón latía a mil por hora, igual que el de él.
Quiso decir algo, pero no encontró las palabras apropiadas. Temblando como un flan, se inclinó hacia ella para darle el regalo que le había pedido.
Fue un beso un poco torpe, pero muy dulce, y Victoria supo, en ese instante y sin lugar a dudas que, por extraño que pudiera parecer, era cierto, estaba enamorada de él, igual que lo estaba de Christian, o quizá de manera un poco distinta, pero no con menos intensidad. Se dejó llevar por el fuego del cariño de Jack, que no era enigmático ni electrizante, como el de Christian, pero que la envolvía como un manto protector que le daba calor y seguridad. Y Victoria intuyó que, aunque Christian había sido el primero en besarla, semanas atrás, en Seattle... de alguna manera, el beso de Jack era otro primer beso para ella.
Alexander llegó en aquel momento, buscando a Jack, pero los vio juntos y se detuvo en seco en al puerta; y dio media vuelta y se apartó de la entrada, antes de que lo vieran. Una vez en el pasillo, lejos del campo de visión de los chicos, echó una mirada atrás por encima del hombro, sacudió la cabeza, sonrió y se alejó de puntillas.

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