Antes pensaba que el odio era la energía que movía el mundo, las guerras, el terrorismo, la venganza, las ansias de poder que hacen que no te importe pisar a quien haga falta para ser el mejor, las lágrimas... Luego la energía de mi mundo pasó a ser el amor, besos, reencuentros, palabras llenas, corazones agitados, sueños voladores, ganas de tocarse, miradas, música, sonrisas...
Y sin embargo ahora, me he dado cuenta de que el mundo no es movido por una de ellas, si no por ambas.
Guerra y paz, insultos y besos, lucha y reconciliación, silencio y música, blanco, negro y color, ganas de que desaparezcas del todo y ganas de ti, odio y amor.
La lucha entre opuestos hace que la energía corra, por eso no pueden ir bien o mal todos los aspectos de la vida de una persona por mucho que nos empeñemos en que es así. Si todo fuese o blanco o negro, estaríamos muertos, sea en un cielo o en un infierno, porque en la vida nada está tan claro como deseamos que lo esté y eso es lo que hace que seguir viviendo tenga un mayor interés.
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